“No vamos a las misiones solo a operar, la idea es que lo que aportemos perdure en el tiempo”, afirma el Dr. Iván Zabaleta tras su misión en Etiopía

29/05/2023

El pasado mes de abril la Fundación Clavel regresó a Etiopía en una nueva misión. En esta ocasión, tenemos la oportunidad de conocer la primera experiencia del Dr. Iván Zabaleta en este tipo de proyectos de voluntariado. Una visión algo diferente a la de otros profesionales, pero muy enriquecedora y motivadora como él nos cuenta a continuación.

El Dr. Iván Zabaleta, neurocirujano, fue uno de los integrantes del equipo que se desplazó a Etiopía en el mes de abril, junto a la Dra. Patricia Galán y la enfermera Elisenda Constanzo, para llevar a cabo una nueva misión médica en el Hospital de Adama. 

Para el Dr. Zabaleta fue una experiencia totalmente nueva. Su testimonio es de gran valor para entender la importancia y gran ayuda de estas misiones. 

Esta ha sido tu primera misión, ¿Qué te motivó a realizarla? 

Una de las razones importantes por las que decidí adherirme laboralmente al Instituto Clavel fue la Fundación. No todo el mundo tiene la oportunidad y las facilidades para dar un impulso a la filantropía u ofrecer una parte de tu trabajo y experiencia a una zona necesitada. 

Por otra parte, no es tan común que las fundaciones te pongan todo tan fácil y te den la posibilidad de viajar a una zona desconocida sin grandes preocupaciones a nivel organizativo y burocrático como lo hace la Fundación Clavel, esto verdaderamente es un lujo. 

Por otro lado, siempre he tenido la motivación y las ganas, pero más todavía cuando el voluntariado implica un acto quirúrgico con una faceta docente. Nosotros no vamos a las misiones solamente a operar, la idea es ir a ayudar para que lo que aportemos perdure en el tiempo.

No se va únicamente por los pacientes que se van a ver beneficiados, sino porque es un aprendizaje para el equipo local, que puede crecer profesionalmente y tener el conocimiento para aventurarse a realizar esas enseñanzas de forma autónoma.

¿Cuál fue tu primera impresión al llegar al hospital de Adama?

Primero llegamos a nuestro hospital base de Addis Abeba. Este es un centro con recursos y pese a que el país es extremadamente pobre y con recursos limitados, tiene suficientes medios a nivel teórico y práctico para poder defenderse en sus tareas diarias. Sin embargo, la misión no ocurre aquí, se lleva a cabo en la segunda ciudad más importante de Etiopía, Adama. Aquí es donde realmente hay necesidades importantes. 

Esta ha sido mi primera misión y también la de mi enfermera quirúrgica. Por primera vez nos hemos encontrado con una auténtica situación de precariedad, extrema en algunos ámbitos. 

También he de decir, que nos acompañaba la Dra. Patricia Galán, una veterana en misiones, y ella sí veía mejoras destacables desde el tiempo que había transcurrido desde su última estancia en Adama. En un país donde los recursos son escasos y donde la mentalidad no es muy proactiva, lograr ver avances es muy significativo, y en parte las misiones favorecen estos cambios.

¿Cómo ha sido el trabajo con el equipo de profesionales local?

En este hospital tienen la suerte de contar con dos neurocirujanos que lo hacen muy bien para las condiciones y recursos materiales que tienen. Hay que tener en cuenta que Etiopía es un país con aproximadamente ciento veinte millones de habitantes y tan solo cuenta con veintipocos neurocirujanos, mientras que en España se forman cuarenta por año.

El equipo tiene mucha habilidad quirúrgica pero las limitaciones son de ambiente y de recursos, que les impiden dar más pasos de los que están haciendo y atreverse con cirugías más complejas.

¿Qué cirugías habéis realizado en esta misión? 

Hicimos tres grupos de operaciones: cirugías pediátricas, donde fuimos a colaborar más que a enseñar, pues se trataba de patologías propias del tercer mundo; otro grupo de cirugías de columna complejas, en las que el equipo local no tiene tanta experiencia y donde aportamos nuestro conocimiento más teórico y docente, con la finalidad de obtener de la forma más práctica posible, ajustada a la realidad de ellos, la mayor cantidad de soluciones posibles, y por último, el tercer grupo y más interesante, las cirugías de cráneo complejas. Tuvimos dos casos de dos tumores gigantes a nivel de cerebro.

Una de las enseñanzas que me deja esta misión es que, en estos casos complejos, si no lo hacemos nosotros junto al equipo local o no impartimos formación, las operaciones no se realizan, porque se intentarán derivar a un hospital público más grande, donde hay listas de espera interminables con la conclusión de que el paciente puede terminar falleciendo antes de ser operado.

¿Hay algún caso que te haya llamado especialmente la atención?

Uno de los casos de cirugía de cerebro era un hombre con un meningioma del tamaño de un puño que ya había sido operado de otro tumor hacía años. Sin embargo, no había tenido seguimiento ni pasado más controles, y al cabo de ocho o nueve años, se encontraba con la mitad del cuerpo paralizado, sin poder caminar y lleno de úlceras por tratarse de un paciente postrado en cama. 

Tuvimos que realizar la cirugía sin tener ninguna información previa; no sabíamos dónde se había operado, quién había hecho la operación o en qué circunstancias. La única información que teníamos era la que nos ofrecía nuestra propia resonancia. Nos encontramos, además, que el paciente tenía una hendidura en el cráneo por algún golpe fuerte y esto condicionó también la operación. Afortunadamente logramos sacar el tumor en su totalidad de forma bastante limpia y la cirugía fue muy bien. Tal es así, que sabemos que el paciente al cabo de unas semanas ya podía caminar, haciendo una vida prácticamente autónoma del todo. 

¿Cuáles han sido las mayores dificultades que os habéis encontrado?

El gran problema es que todos los miembros de un hospital deberían tener la misma filosofía y disponibilidad, con el objetivo de trabajar para hacerlo cada día mejor y avanzar; pero en Etiopía creo que hay una barrera cultural y social en la forma de afrontar el trabajo. No es un tema de recursos y materiales disponibles, la causa está más ligada a la retribución económica y personal que tiene el empleado por realizar este trabajo. No se les está valorando adecuadamente.

¿Qué aprendizajes te llevas de la misión?

De este proyecto destacaría varias cosas. Primero es que está muy bien organizado. Vamos a generar un impacto donde existen necesidades, pero también donde hay todas las herramientas para que el impacto se produzca. Esto se debe a todo lo ya realizado por las múltiples misiones previas. Yo soy un afortunado y he ido a un lugar donde ya todo está organizado para nuestra llegada, la gente local ya sabe cómo trabajamos y que llevamos equipo y recursos. 

Me llevo el hecho de saber que lo que hemos vivido ahí va a llegar a buen puerto y va a generar una semilla que se cosechará en otra misión.

¿Qué es lo último que nos dirías para cerrar esta entrevista?

Primero que la gente se anime a hacer este tipo de voluntariado, que no se lo piensen mucho. Estas decisiones se toman con el corazón, no con la cabeza

Y, por último, he de destacar que, cuanta más ayuda tenga la Fundación, y pese a que el trabajo en Etiopía está bastante avanzado, hay mucho más que hacer en este hospital y en muchos otros. Esto sí es un tema de recursos, y si la Fundación cuenta con ellos podremos llegar a otros países y hospitales de toda África o allá donde nos necesiten. 

 



 


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