“Falta medicina para el dolor”, señala el Dr. Serafín Alonso tras su misión en Etiopía

30/08/2023

Entrevistamos al Dr. Serafín Alonso, anestesiólogo que participó en la misión a Etiopía del pasado mes de junio, para conocer su perspectiva en una labor en la que ya tiene amplia experiencia como colaborador en diferentes expediciones médicas. 

El Dr. Serafín Alonso, especialista en anestesiología y reanimación en el Hospital de la Mujer y el Niño del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, fue uno de los integrantes del equipo que se desplazó a Etiopía, junto al Dr. Luis Gómez Perals, neurocirujano en el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria y la enfermera de quirófano Davinia Cangas. A continuación, nos cuenta sus vivencias y su comparativa con experiencias anteriores.

¿Qué diferencias has notado entre esta misión con Fundación Clavel y otras? ¿Entre este hospital y otros?

Lo que noté distinto es que el objetivo principal que se busca con Fundación Clavel es formativo. Es decir, normalmente las ONGs van a hacer un trabajo de campo, una operación, una batida… lo hacen los equipos que van. Y aquí, si bien tratamos a los pacientes, lo más importante es formar al equipo médico local. Entonces siempre se busca dar sugerencias, impartir formación, donar materiales… para que sean más independientes.

El Hospital de Adama no está mal, lo vi bastante bien equipado para lo que es la media en la mayoría de los países, no siendo medicina privada, sino siendo un hospital público. Dentro de lo que cabe, vi que tenían suficientes herramientas y podían hacer bastantes cosas. 

¿Cómo ha sido el trabajo con el equipo local? Especialmente con los anestesistas, en tu caso.

En general bien, aunque allí lo que hay en su mayoría son técnicos de anestesia, más que anestesiólogos. (Nota: la principal diferencia entre un técnico anestesista y un anestesiólogo es que éste último estudia la carrera de medicina y después se especializa en anestesiología). En concreto, en el hospital de Addis Abeba no había ningún anestesiólogo y en Adama solo dos, aunque luego tienen como 20 técnicos de anestesia. 

La relación con los médicos y los anestesiólogos ha sido correcta. Sin profesionales bien formados, pero con mucha capacidad, que han estudiado y se ponen al día en todo lo que pueden con las limitaciones que tienen, con materiales de los que no siempre disponen. Dependen mucho de las donaciones de material que vamos llevando para que puedan evolucionar más.

Con los técnicos de anestesia la relación es más difícil. Al no poseer los mismos conocimientos que un médico, se les puede capacitar en nuevos procedimientos, pero si no comprenden la idea o no valoran sus resultados… no lo van a poner en práctica. Las misiones van allí en períodos de corta duración y promueven mejoras, pero si a posteriori no hay seguimiento interno desde el propio hospital para afianzarlas, estos cambios no se van a producir, porque suponen una transformación en su forma de trabajar. Por el contrario, con los anestesiólogos sí que se consigue, ya que con ellos se puede intercambiar opiniones, no así con los técnicos, porque la forma de intercambiar experiencias no es la misma. No cuentan con la misma especialización que nosotros, de ahí que la forma de comunicarnos con unos y otros sea diferente. 

Con el resto del personal, enfermería y técnicos sanitarios, la relación es muy buena. Siempre nos han tratado muy bien.

¿La formación en general, cómo la ves? 

Uno de los aspectos más importantes de la formación es que se transmita a todos los grupos de interés del hospital. La formación más determinante es la que se lleva a cabo a pie del paciente, a pie de cama. En este sentido, uno de los obstáculos que nos encontramos es que, aunque impartamos formación y procedimientos de forma reiterada, los cambios no llegan a todos por igual. Hay quien se queda con determinadas ideas, y hay quien no las acepta y dificulta la transmisión de información.

Durante nuestra estancia impartimos formación más general a técnicos, estudiantes, y anestesiólogos en presencia del equipo de cirujanos con el fin de optimizar el tratamiento analgésico. Se repasaron las vías del dolor y se puso de manifiesto que el dolor se puede tratar de muchas formas. Hay diversos métodos, algunos de ellos desconocidos para ellos, y este conocimiento sí que penetró más. Hemos conseguido transmitir la idea de que pueden hacer las cosas de modo distinto, sin emplear más recursos económicos, sino utilizando los fármacos de los que ya disponen pero dándoles otros usos.

¿Hay algún caso que recuerdes especialmente por ser excepcional o más complicado?

Me llamaron la atención los casos pediátricos. Hubo un niño al que tenían que intervenir abriendo la barriga de arriba abajo para realizar una laparotomía (exploración quirúrgica del abdomen). Al preguntar qué iban a administrarle para el control del dolor, me respondieron que “medicación”. Como allí no disponen de tantas medicaciones para el control del dolor, les comenté que en estos casos en España normalmente se realiza una epidural, como a las embarazadas. Decidieron probar y además de impartir la formación les sugerí que en las heridas de los pacientes pediátricos podían infiltrar anestésico local, un medicamento barato que ya tienen. Me llamó la atención el hecho de que se atrevieran a efectuar una técnica más sofisticada. Todo fue bien y el niño padeció mucho menos dolor. 

¿Cuáles han sido las mayores dificultades que crees que habéis tenido en la misión en general?

Desde el punto de vista de la anestesia: medicaciones. Falta medicina para el dolor, para hacer una buena anestesia o una inducción correcta. No tienen en consideración que el niño tenga dolor. Llama la atención que culturalmente no esté bien visto que los niños (al igual que los adultos) se quejen por el dolor, porque se contempla como un síntoma de debilidad. Por este motivo sufren dolor, pero no lo pueden o no deben reflejarlo. 

¿Aprendizajes que te has llevado o qué te ha aportado esta misión con Fundación Clavel?

La principal aportación ha sido ver cómo ante ciertas dificultades van resolviendo los problemas. Cómo se las ingenian para intentar hacer cosas complicadas con menos materiales y cómo intentan siempre seguir adelante. No se rinden ante las dificultades.

También he aprendido que a veces los cirujanos médicos tienen que dejarse guiar por las sugerencias del resto del equipo, ya que muchas veces nos equivocamos porque somos humanos. Es un aprendizaje que aquí tenemos muy claro, pero allí no tanto.

Después de esta experiencia, ¿qué te gustaría tratar o hacer en una nueva misión? ¿Qué es lo que te ha quedado pendiente?

Personalmente me queda pendiente el área de pediatría. En próximas misiones me gustaría colaborar en la optimización del área pediátrica utilizando los materiales de que disponen, principalmente en mejorar la anestesia para que los pacientes pediátricos tengan menos dolor después, ya que los niños no son adultos pequeños. En este momento lo hacen bien, pero podrían mejorar mucho usando más medicación. Hay cosas que se pueden hacer que no cuestan más dinero, porque ya tienen los materiales. 

¿Qué consejo le darías a una persona que va a una misión por primera vez?

A las personas que vayan por primera vez les recomendaría que no intenten cambiar las cosas aportando su visión. Hay que ponerse en la piel de los que están allí e intentar trabajar lo mejor posible con los medios de que disponen. Lo fácil es criticar cuando se viene de un país en el que se tiene todo a nivel sanitario. Lo difícil es lo que hacen ellos: trabajar y mejorar con lo que tienen. Siempre se pueden sugerir ideas. Observar, escuchar y luego actuar tomando como referencia su punto de vista. 

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