“Con pequeños cambios, muchos pacientes se verían beneficiados”, afirma la anestesióloga Ana Vásquez tras su misión a Kenia

27/02/2023


El pasado mes de noviembre tuvo lugar la primera misión a Kenia de la Fundación Clavel, al National Spinal Injury Referral Hospital. Hablamos con la anestesióloga Ana Vásquez para conocer cómo fue la experiencia. 

La Dra. Ana Vásquez, fue una de las integrantes del equipo que se desplazó a Nairobi, junto al Dr. Clavel y al enfermero instrumentista Klaus Hebenstreit, a llevar a cabo la primera misión de la Fundación Clavel en Kenia. 

Unos días en los que pudieron iniciar la colaboración de la fundación con el National Spinal Injury Referral Hospital para realizar formación de los profesionales del equipo y atender casos complejos de neurocirugía. A continuación, la anestesióloga explica algunos de los aspectos que pudieron trabajar y reflexiona sobre lo que queda por hacer. 

¿Cuál fue tu primera impresión al llegar al hospital en Kenia?

Fue bastante buena. Es difícil no comparar, pero respecto a otras misiones que he hecho en África es un hospital que es pequeño, ya que solo se dedica a la patología de raquis, pero que está bastante bien organizado. 

¿Cómo estaba organizado el equipo de anestesia?

En este hospital en concreto solo hay dos anestesistas que se turnan semanalmente para trabajar junto al equipo de traumatólogos del hospital. Tienen una categoría de anestesistas que no es equiparable al nuestro porque no son propiamente médicos, es un intermedio entre enfermería y medicina. La verdad que es un equipo pequeño y no cuentan con enfermeros que se dediquen a anestesia como sí hacemos nosotros.

¿Llevaste a cabo formaciones al equipo?

Solo tuve oportunidad de compartir con uno de ellos porque esa semana era quien estaba, aunque pude conocer puntualmente al otro anestesista que vino a saludar y a quien le sugerí aspectos que se podían mejorar.

Sí que es cierto que el hecho de que tú hagas las cosas de una manera no significa que se puedan adaptar de la misma forma a su entorno. Se trata de valorar qué aspectos de lo que ellos hacen se pueden mejorar con pocos recursos y que tengan un objetivo común con el equipo de traumatología, es decir, que las cirugías vayan mejor y el paciente tenga mejores resultados. 

¿Hubo algún caso de paciente que te llamó especialmente la atención?

Particularmente había un caso que antes de ir a la misión ya se había comentado, era una niña de 9 años que había perdido la posibilidad de caminar porque se le cayó una rama de un árbol encima al volver a casa y le produjo una fractura. 

Como muchas personas en Kenia, tenía limitación para acceder a la sanidad y no la querían operar porque tenía pocas posibilidades de recuperar la movilidad, pero era necesario hacerlo para buscar que se volviera a sentar y tuviera una espalda estable. 

Fue un caso excepcional además porque en este hospital no se trata a niños, solamente adultos, pero nos pidieron colaboración para hacerlo y aunque fue desafiante porque había que adaptar el entorno y el equipo, salió muy bien.

¿Y algo que te llamara la atención de la forma de trabajo del equipo?

La forma de trabajo es bastante diferente, no se puede decir que sea mejor o peor. Ellos con el entorno que tienen intentan hacerlo lo mejor que pueden, pero sí que es cierto que hay cosas que siempre son susceptibles de mejorar. Pero por el tema cultural a veces es complicado mostrarle a alguien que con pequeños cambios se pueden obtener mejores resultados. 

La visión del anestesista allí es diferente al de aquí. Aquí somos más paternalistas con los pacientes, es un sistema que cuida mucho al paciente y está muy protegido en cuanto al trato, las formas... Quizá allí es menos personalizado, les falta agregar un poquito de empatía con la situación del paciente. Pero bueno, las situaciones son complicadas, los recursos son limitados y a veces son cosas que marcan a los profesionales y la manera de poder llevar a cabo su día a día es esa. 

¿Qué aprendizajes te llevaste de la misión?

Tuvimos mucha integración con el equipo quirúrgico, con los traumatólogos. Tienen muchas ganas de aprender, mejorar y hacer cosas nuevas. Ver que la gente tiene ganas de mejorar, es lo que te llevas. Porque si no, no tendría mucho sentido. 

Al final lo que nos interesa cuando hacemos misiones es que la gente que se queda allí haga las cosas de la mejor manera. Que nosotros podamos aportar algo, por mínimo que sea, que les haga la vida más fácil, es lo importante. 

 ¿Qué mejorarías en una futura misión?

Si se presentan futuras misiones a Kenia me gustaría trabajar el tema del postoperatorio desde el punto de vista del manejo del dolor, ver cómo lo están llevando a cabo. 

Pero el tema cultural hay que respetarlo porque, para hacerte una idea, ellos nos explicaban que en su cultura el que el paciente no tenga dolor da desconfianza entre los pacientes porque ellos consideran que el dolor es algo que se debe tener para sentir que se está curando.

Entonces, aunque tú desde un punto de vista occidental quieres abordar y darles un manejo del postoperatorio de no tener dolor, que es como se concibe en nuestro mundo, allí no es así. Así que hay que intentar encontrar una balanza de qué cosas podemos mejorar. 

También trabajaría otros aspectos como que se consiga un sistema de calentamiento de los pacientes para que se despierten mejor y más rápido de la anestesia y algún monitor que intentaremos llevar para enseñarles cómo se trabaja con él y qué beneficio les brinda para controlar lo dormido o no que está un paciente. Con pequeños cambios, muchos pacientes se verían beneficiados.

En este sentido, para nosotros sería increíble que pudieran ver cómo trabajamos nosotros. Porque a veces es muy difícil entender cómo se hacen las cosas cuando tú no las ves. 

Con el tiempo, otra cosa en la que hay que trabajar es que tanto el equipo de anestesia como el quirúrgico tienen que ir muy de la mano. No hay uno sin lo otro, todo está relacionado y que ambas cosas funcionen es vital para obtener mejores resultados.  

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